Les cuento que fui con mi amiga Melly a ver La Bella y la Bestia al cine. Fuimos con ganas de ver una historia de amor, como prácticamente la mayoría de las mujeres, y decir: «¡aaaaaaayyyy que lindo yo quiero uno así, yo quiero que me pase esoooo!» eso siempre nos pasa en las de “amors”.
Ya estando ahí uno se da cuenta que está medio cañón que pase algo así, ya que para empezar en este caso particular, no vivo en un pueblo Europeo, sino en una ciudad donde en la mañana (6:45 am) no precisamente salgo a caminar con una canasta cantando que quiero aventuras. Además no hay cientos de personas cantando sobre mi, mi locura y distracción, digo, si se que muchos piensan que estoy loca y tienen razón, saben que soy distraída a madres y también tienen razón ¡pero no me lo cantan!, simplemente me lo dicen o lo dicen por ahí. Y bueno si quiero aventuras pero no las canto con la canasta en la mano mientras me critican los demás, lo mío sería salir en mi coche y los únicos cantos que escucharía son los de los cientos de claxons y mentadas de madre de mi alrededor. La música que pongo, digamos que está alejada de una romántica melodía de Disney y no tengo a ningún hombre musculoso “guaperrimo” y mamón cantándome con propuesta de matrimonio incluida.
Por otro lado la Bella me recuerda constantemente que debo hacerme más tratamientos en el pelo, blanqueamiento de dientes más seguido, comprar un buen rímel, ponerme pestañas, mucho más tratamientos de la piel, digo una se siente bien consigo misma pero ver a la Bella es una mentada…
El caso es que ahí estábamos con cara de “pepinas” y bueno a mí me pasaron varias cosas, una de ellas fue que cada vez que empezaba una canción se revolvían mis sentimientos y mis sensaciones, por un lado la melancolía de cuando era niña y pensaba que había un príncipe para mí en algún lugar, amaba esas canciones porque me ponian romántica por lo mismo. De pronto ese sentimiento se transformó en una cosa espantosa porque “obviooooo” no, no, no, no pasó jamás, ¡yo no he visto ni veo ningún pinche príncipe por ningún lado! Entonces de melancolía bonita de mi niña chiquita pase a la frustración de la mujer grande, luego entró la negatividad de una ardida que se mezclaba e intercalaba con mi naturaleza de mujer ridícula que cree en los cuentos de hadas a pesar de los múltiples madrazos que he recibido.
Más adelante reconocí mi “buena ondes”, rectifique que no soy superficial, la Bestia me empezó a gustar y la verdad de entrada si está bien fea, la Bella si es más materialista, “que no siiiihagaaaa” porque se empezó a ablandar cuando vio que se comía bien ahí y cuando la Bestia le enseñó el castillo con esa biblioteca enorme, ella si dijo «de acá soy» y empezó el romance. Eso por ejemplo tampoco me pasa a mí, nadie me instala en un castillo con un estudio de música adentro y eso me desilusiona nada más poquito.
Si estoy loca pero nunca pensé que unos muebles me hicieran llorar ahí si dije «si, si, si Mariana, si estás bien mal pobre de ti».
Total que a mí ya me gustaba la Bestia (cualquier parecido a la realidad es pura casualidad), ya la veía con ojos de amor y todo, yo ya bien metida en la peli y de pronto el pinchísimo final… ¡Me quitan a mi bestia porque es la parte donde regresa a ser príncipe y todo se va al caño! «¡Noooooooooo, devuélvanme a la Bestia por Dios!», me quitan al grandote y gruñón/tierno por una Barbie, ¡no mamaaaaaaars! Un wey más bonito que cualquier vieja, con las pestañas más enchinadas que con cuchara, en fin; me traumé.
A mí me paso diferente que a la Bella, la única vez que me casé, el príncipe se acabó convirtiendo en bestia y en vez de un felices por siempre se quedó un te chingas por siempre. Lo único parecido es que me casé bien chiquita así como se supone que es la Bella de 22 añitos y me divorcié a los 26 ¿ehhhhhh? Y bueno al menos mi boda no costo lo que costó hacer la película.
Total que cuando acabó la peli, prendieron las luces y mi amiga me dice con tono burlón:
– Y vivieron felices por siempre, ¡¡Ashhh me choca!! así no es la vida real.
Muajajajajaja reí y con mirada estilo diabla le dije
– Mira se lo que sientes pero te cuento para que no te sientas mal. Se conocieron ¿cuánto te gusta amiga un mes? y se precipitaron, de entrada porque ya estaban viviendo juntos y se lo cambiaron de Bestia a Barbie, ya con la convivencia a ver cómo les va, seguro acaba en divorcio, ya quiero ver a la Bella con abogados peleándole el castillo a la Bestia.
– Cierto amiga luego le va a estar pidiendo la pensión de las “bestitas” (no sé cómo sería bestias chiquitas, pero la dejo en bestitas, además literal así lo dijo) -me contestó más relajada y a carcajadas: .
Resumen:
No soy tan bella y de vez en vez si soy bien bestia, eso me saca un poco de pedo, poquito…
¡Ahhhh pero si cantoooo!
#unpaseopormimente
MarianayPunto
Dunna